martes, 27 de octubre de 2009

pertenencia


Esta mañana tuve una entrevista de trabajo, estoy buscando moverme, hacer cosas nuevas, darle a mi cerebro nuevas rutas por descubrir.

La reunión tuvo sus cosas interesantes y sus sinsabores. Es difícil insertarse en un sistema donde la antigüedad pesa más que la capacidad, donde miran tu curriculum y suspiran diciendo que es demasiado, que no pueden prometer nada, que puede causarles un conflicto más.

No está todo dicho, pero salí a la calle y justo la oficina queda al lado de la Universidad donde me gradué. Y me puse a pensar en los años que pasé allí.

El precio alto que uno paga, aunque la Universidad sea pública. El costo de las horas sentada estudiando, los nervios de los examenes, las expectativas de salir al mercado.

Cuántas veces suspiré por juntar valor para abandonar y cuántas veces más me inscribí a la próxima materia decidida a terminar. Porque intuía que valía la pena.

Cuando salí a la calle caminé por su vereda hasta el mástil que hay a la entrada. Un poco triste, un poco decepcionada.

Y miré hacia la laguna. Y me encontré con esto.



Saqué el celu de la cartera y tomé un par.

Del paisaje tan conocido. Parte de una visión. Muy mía.

Y me sentí en paz.

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